He vuelto a ver el infierno, he notado su frío aliento, resbalando por mi cuerpo, acercándome al vacío de lo inmenso, tratándome como un loco, en medio de un suicidio de besos.
Sigo el camino del silencio oscuro, guiado por un perro ciego, que me indica donde quedan las heridas de lo eterno, agarrándome la camisa corroída, que un día fue tan querida.
Los celos van a acabar conmigo, giro y giro en un mundo repleto de malicia, escucho el repicar de las campanas de muerte, absurdas por tan ensordecedor sonido, que no las escucha, ni el capellán ni la cabra del laúd.
Que puede significar este endemoniado plan, destruir la persona que se encierra en este cuerpo negro, alado por las palabras y sufrido por un corazón roto.



No hay comentarios:
Publicar un comentario