Sigo oliendo tu perfume embriagador, en las largas noches que paso en vela, sin encontrar en este duro camino, una razón, para seguir tu estela.
Sigue rezumando el suelo, nuestro sudor, aquel que resbalaba por nuestros cuerpos, mientras hacias el amor, con toda la pasión y el calor del momento.
Solo me quedan los recuerdos de aquellas caricias que me dejaron ciego, y me volvieron un loco, solo me queda el recuerdo de una luz de una vieja vela, apagandose en la habitación oscura, en la cual nos robamos ambos, nuestras infantiles caras, y nos volvimos amantes sin medida, almas ligadas por una cuerda imaginaria


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