Despliega tus alas, dulce ángel terrenal, y surca los cielos, predicando la noticia ésta, y ninguna más, que ayer tocaste mi alma, hasta el punto de saciarla de amro, y ahogarla de pasión, pues en el lecho, noble pantera, me dejaste exhausto de besos, que recorren mi cuerpo, dándome descargas placentéras, que me recuerdan a ti
Vuela, vuela y sigue escuchando a los miles de amados abandonados, escuchalos, y dedicales, por un instante, un beso de tus labios, para calmar su angustia, tan utópica en mi persona, pues por más que te amo, más lleno me siento, pues eres la enfermedad, con la que sueñan morir los viejos.
No me lleves contigo, no soy digno de tal preciado honor, soy un hombre solamente, como poder comparar contigo, si tan dichosa eres de tu grandeza, que te transformas en mujer terrenal, par poder satisfacer tu apetito carnal, con este pobre y desdichado poeta, invadido por el mal y la amargura, pero que, estando contigo haciendo el amor, se vuelve el dios más poderoso del Universo, pues con tus carícias y tus besos, me das la fuerza que jamás tuve, para seguir con esta vida tan humana.


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