miércoles, 25 de junio de 2008

En el andén

Voy con el tren, como cada dia, iluminado por el Sol de la mañana, son las siete y media, y miro por la ventana, que bello es el hoy, cuando sientes que algo ocurrirá...........y está ocurriendo. Me giro y veo en el andén, a una hermosa hada de cabellos morenos, sentada, como si estuviera esperando que el mundo cayera a sus pies, y lo que le cayó fue el corazón de éste que os redacta la vivencia.

Sus labios eran carnosos, sonrosados, acompañados, por un sonrisa infinita, casi mágica que hechiza los poquito rayos del gran Astro, que siempre vigila. Su mirada, como el mar con el cual sueño cada noche, azulada, cristalina y pura, mas caida por alguna amargura, que en su alma residia. Sus piernas largas como la vida sin amor, y sus curvas, como el circuito de Scalextric, con el cual jugaba cada tarde de verano, impredicible como antaño, pero sensual al tocar.

Iba vestida con blusa blanca, translucida, aunque dejaba entrever la rigidez de sus senos jovenes, que, seguramente, fueron inspiración de poetas láscivos, de almas perturbadas. Pantalones tejanos estrechos, para ensalzar, si cabe, el dibujo de su cuerpo sensual, zapatos de piel marron, y un aura majestuosa, que envolvia su juventud, protegiendola del negro abismo de la vejez. En el andén la dejé, y mi tren seguía su camino, no se si la volveré a ver, ni si recordaré esta noche su mirada y su sonrisa, lo unico que sé, es que alli se quedó, sentada en la estación, la mujer más hermosa, que en mi vida, habia visto.

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